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1 de agosto de 2025

Carne fermentada y larvas, un estudio podría reescribir la dieta de los neandertales

Un estudio liderado por científicos de Estados Unidos y publicado en Science Advances analizó el alto nivel de nitrógeno en fósiles de humanos arcaicos e identificó una sorprendente adaptación alimentaria en contextos extremos

>Un reciente estudio publicado en la revista Science Advances y realizado por un equipo internacional liderado por la antropóloga Melanie Beasley y el profesor John Speth desafía la visión tradicional sobre la La historia arranca con una pregunta científica insoslayable: por qué los neandertales, según los registros óseos hallados desde hace décadas, presentaban niveles tan elevados de nitrógeno-15, una marca química asociada al consumo de carne, incluso mayores a los de carnívoros como lobos y leones.

Los análisis isotópicos realizados en huesos de yacimientos euroasiáticos plantearon un enigma: “La gran duda es cómo lo han conseguido”, resumió National Geographic en su cobertura sobre el estudio publicado en Science Advances.

Sin embargo, esos valores de nitrógeno exceden lo que aportaría la carne fresca, según Science Advances.

Pero todavía faltaba una explicación para los altísimos valores químicos: tenía que haber algo más.

El impulso para una solución alternativa surgió de la experiencia del profesor John Speth. Tal como cuenta Archaeology News, el científico observó y documentó durante años que varios pueblos indígenas del Ártico consumían, no solo carne fermentada, sino también gusanos que proliferaban en la descomposición.

Esta costumbre no era excentricidad, sino adaptación extrema: evitaba caer en la intoxicación por consumo excesivo de proteína magra, denominada “rabbit starvation, algo que ocurre a humanos y nunca a leones o lobos.

Los cadáveres donados para la ciencia permitieron estudiar, en tiempo real, la evolución de los isótopos en la carne y, sobre todo, en las larvas de mosca que se desarrollaban dentro de los restos.

Beasley no lo hizo sola: el trabajo experimental fue respaldado por Julie Lesnik de Wayne State University, según New Scientist, y apoyado en registros etnográficos recopilados y discutidos por Speth durante años.

Science Advances detalla la rigurosidad del muestreo: gusanos recolectado en todas las estaciones del año, diferenciando especies y contextos de descomposición en los cuerpos examinados, para descartar que el fenómeno fuese puntual o atribuible solo a ciertas moscas.

En ese tono, los expertos advierten que la magnitud cultural de la revelación: mientras los animales como leones pueden procesar hasta cuatro veces más proteína que un humano, la dieta neandertal tenía que ser mucho más flexible. Dentro de esa flexibilidad, la carne podrida y los gusanos aportaban grasas, proteínas, aminoácidos y, sobre todo, energía suficiente durante las largas temporadas de escasez.

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