Claudio Drescher, presidente de la Cámara Argentina de Indumentaria: “Le estamos dando de comer a los chinos cuando acá hay desempleo”
Con posiciones enfrentadas sobre la apertura comercial, el empresario textil y Santiago Migone, ex subsecretario de Producción, debatieron sobre el impacto de las plataformas chinas, el rol del Estado y las diferencias estructurales que dificultan la competitividad de la industria local
>En el marco de un debate sobre el impacto de las plataformas chinas y la apertura comercial en la industria nacional,
“Le estamos dando de comer a los chinos cuando acá hay desempleo, desocupación y suspensiones en forma permanente”, disparó Drescher, al referirse al crecimiento de las compras internacionales y al modelo de consumo impulsado por las plataformas asiáticas. En su análisis, el fenómeno se inserta en un contexto de apertura comercial que —según expresó— no encuentra correlato en la política económica de las principales potencias. “Cuando el mundo se globaliza, nosotros nos cerramos, y cuando todo el mundo comienza a cuidarse y proteger su producción nacional, nos abrimos”, advirtió.El empresario apuntó que la producción nacional textil atraviesa una situación crítica frente al ingreso masivo de prendas importadas, y puso el foco en el componente fiscal como uno de los factores que impiden competir en igualdad de condiciones. “Nuestra cámara paga todos los impuestos, el 50% del valor de las prendas argentinas es solo de impuestos”, remarcó. A su vez, calificó como “competencia desleal” a las condiciones en las que operan firmas como Shein y Temu: “Están apoyadas por el Estado chino, no tienen leyes laborales, los horarios los establecen las empresas, no tienen democracia”.Del otro lado, Santiago Migone ofreció una lectura distinta. En primer lugar, sostuvo que las compras internacionales ya están reguladas en Argentina: “Hoy por hoy solo se pueden hacer cinco compras al año, tienen que pagar IVA, y hay un monto máximo de 3.000 dólares por envío”, detalló, y explicó que el país es el único de la región que cobra este impuesto a los consumidores finales en este tipo de operaciones. “Venimos de la nada, por eso hay un furor de las compras internacionales”, señaló, en referencia a los años de restricciones previas.Mientras Drescher argumentó que la apertura está generando el cierre de empresas —mencionó que 18 mil pymes bajaron sus persianas— y la pérdida de 250 mil empleos normales, Migone relativizó el impacto del comercio exterior en la industria textil. “El problema más grande lo tienen hoy las empresas constructoras, y no tiene nada que ver con las importaciones”, dijo. Además, aseguró que hay firmas del sector textil que siguen exportando y tienen buenos resultados, y que la clave está en la capacidad de adaptación y competitividad de cada empresa. “Un sector no va a desaparecer por las importaciones”, afirmó.Para Migone, en cambio, el Gobierno tiene claro que antes de avanzar hacia una mayor apertura comercial debe encarar una reforma fiscal y laboral. “Elimina trabas para importar, pero también lo hace para las empresas que necesitan insumos y máquinas”, explicó. “Los sectores se van a adaptar, algunos mejor que otros, pero eso tiene que ver con las empresas”, insistió.
Drescher, en tanto, volvió sobre la imposibilidad de competir con China: “Es inexorable, con China no se puede competir porque tienen reglas diferentes”. En ese sentido, comparó la situación con lo que sucede en Estados Unidos y Europa. “Hoy nuestro aliado estratégico, que es Estados Unidos, pone aranceles a las importaciones. ¿Por qué hace eso Trump? Porque necesita que su gente tenga trabajo”, argumentó. También mencionó que China acaba de comprar la planta de Ford en Brasil, lo que —en su visión— podría anticipar un avance industrial del país asiático en la región.Finalmente, el empresario hizo una reflexión que sintetizó su postura: “No es cerrar o abrir, pero un país sin industria no tiene futuro. Nos estamos comiendo los dólares con esta locura de las importaciones”. Migone, por su parte, cerró con un ejemplo: “Chile nunca tuvo nuestra industria, pero creció más que nosotros en los últimos 25 años por su apertura sostenida y bajos impuestos”.