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23 de junio de 2025

Cómo la inteligencia rusa recluta a menores ucranianos para llevar a cabo actos de sabotaje y terrorismo en su país

Las autoridades ucranianas intensifican las campañas en escuelas tras detectar que cada vez más adolescentes son captados por Moscú a través de las redes sociales

>El hombre, vestido con un uniforme caqui, gorra de béisbol y pasamontañas de camuflaje, se plantó frente a medio centenar de adolescentes en un aula de la ciudad ucraniana de Leópolis. Su identidad permanecía en secreto, reforzando el aura de misterio. Era agente de inteligencia y, desde el anonimato, lanzó una advertencia que resonó en la sala: “Les recuerdo que en Ucrania la responsabilidad penal comienza a los 14 años. Por desgracia, este dinero fácil puede llevar tanto a la responsabilidad criminal como a la muerte”, dijo el agente enmascarado a los estudiantes, según relató The New York Times.

La escena formaba parte de una iniciativa impulsada esta primavera por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y la Policía Nacional, que desde abril recorre institutos de todo el país. El objetivo es claro: advertir a los adolescentes sobre los métodos de reclutamiento que emplean los servicios de inteligencia rusos, especialmente el FSB, para captar menores a través de redes sociales como Telegram, TikTok y Discord. Según las autoridades ucranianas, los agentes rusos han comenzado a pagar a jóvenes para que cometan actos de sabotaje, incendios o incluso fabriquen explosivos caseros. La promesa de dinero rápido y sencillo se convierte en el anzuelo perfecto para quienes buscan ingresos en un país marcado por la guerra.

La estrategia rusa, según el SBU, se ha sofisticado en el último año. Los reclutadores buscan a menores que, en muchos casos, ni siquiera son conscientes de estar colaborando con el enemigo. “Los adolescentes suelen buscar ‘dinero fácil’ en Telegram, donde los rusos los esperan”, explicó la portavoz del SBU en la región de Leópolis, Roksolana Yavorska-Isaienko, a The New York Times. Las tareas que les encomiendan parecen inocuas: entregar un paquete, fotografiar una subestación eléctrica, pintar grafitis. A cambio, reciben cientos o incluso miles de dólares. Pero, en ocasiones, la implicación va en aumento, ya sea por chantaje tras la primera misión o por la obtención de imágenes comprometedoras hackeadas de sus teléfonos.

Las cifras que maneja el SBU son alarmantes. A finales del mes pasado, las autoridades habían acusado a más de 600 personas de intentar cometer incendios, actos terroristas o sabotajes en Ucrania tras ser reclutadas por los servicios de inteligencia rusos. De ese total, aproximadamente una de cada cuatro era menor de edad. El caso más extremo: un perpetrador de solo 13 años. Además, en mayo, el jefe de la policía juvenil nacional declaró en una entrevista televisiva que casi 50 niños habían denunciado intentos de reclutamiento por parte de los rusos.

La guerra encubierta entre Ucrania y Rusia no es nueva. Desde la invasión a gran escala en febrero de 2022, ambos bandos han recurrido a operaciones clandestinas. Ucrania, por ejemplo, ha reclutado personas dentro de Rusia para asesinatos selectivos de alto nivel, como el del general ruso y su ayudante en diciembre, mediante una bomba colocada en un scooter. Pero la captación de adolescentes ucranianos por parte de los rusos representa un salto cualitativo: ahora buscan ataques indiscriminados cerca de centros de reclutamiento militar o estaciones de tren, según detalló Yavorska-Isaienko. El método recuerda al uso de menores como suicidas en países como Afganistán o Pakistán.

Uno de los episodios que más conmocionó a los estudiantes de Leópolis ocurrió en marzo, en la ciudad occidental de Ivano-Frankivsk. Dos adolescentes, de 15 y 17 años, fueron reclutados a través de Telegram con la promesa de recibir 1.700 dólares. Siguiendo instrucciones, fabricaron dos bombas con termos y tuercas metálicas. Cuando intentaron entregar uno de los artefactos, los agentes rusos lo detonaron a distancia cerca de la estación de tren. El resultado fue trágico: el joven de 17 años murió y el de 15 perdió las piernas. Las autoridades ucranianas consideran este caso paradigmático de la manipulación y el riesgo mortal al que se exponen los menores.

El fenómeno no se limita a una región. Tres días antes de la clase en Leópolis, dos adolescentes en la ciudad occidental de Rivne fabricaron un artefacto explosivo siguiendo instrucciones rusas, lo colocaron en un edificio abandonado, situaron un hacha y cubrieron todo con pintura. Luego llamaron a los servicios de emergencia, alegando que había un cadáver. Cuando la policía acudió, la bomba explotó, aunque no hubo heridos. Los jóvenes fueron arrestados.

La clase en la escuela secundaria número 32 de Leópolis era la número 200 que el SBU impartía en la región desde el inicio del programa de sensibilización en abril. Los presentadores sabían cómo captar la atención de los adolescentes. “Quizá no todas estas operaciones especiales se reportan en los medios, pero créanme, el enemigo no duerme”, advirtió Yavorska-Isaienko a los estudiantes, según recogió The New York Times. “Están trabajando activamente y realizando actividades ilegales, por extraño que parezca, directamente dentro de sus teléfonos”. La funcionaria insistió en que las ofertas de dinero rápido suelen ser el primer paso hacia el reclutamiento: “Y cuando escuchan una oferta para ganar dinero rápido para un iPhone nuevo o 1.000 dólares, por supuesto que suena muy tentador. A veces, la tarea se disfraza de una simple entrega de mensajería, tomar fotos de infraestructuras críticas o pintar grafitis provocativos. Ese suele ser el primer paso hacia su reclutamiento”.

Uno de los estudiantes, Volodia Sozonyk, de 17 años, planteó una inquietud que compartían varios compañeros: “¿Puedo ayudar y reportarlo a los servicios de seguridad si ya me han intentado reclutar? Si me han enviado una dirección o algo que debo hacer, ¿puedo identificar ese lugar para que sus agentes puedan intervenir?”, preguntó el joven, vestido con sudadera azul y camiseta de manga inspirada en el manga japonés.

Yavorska-Isaienko y el agente enmascarado respondieron que los estudiantes pueden informar de forma anónima cualquier intento de reclutamiento a través de un nuevo chatbot llamado “Expón al agente del FSB”. Además, la portavoz del SBU apeló al sentido común de los jóvenes: “Nadie en la vida real les va a ofrecer de repente 1.000 o 2.000 dólares así como así. Deben entender: el único queso gratis está en la trampa para ratones”, sentenció, en una de las frases más recordadas de la jornada.

El medio estadounidense detalló que, aunque el FSB no respondió a las solicitudes de información para el reportaje, la evidencia recopilada por las autoridades ucranianas apunta a una campaña sistemática y bien organizada. Los adolescentes, atraídos por la promesa de dinero fácil, se convierten en objetivos ideales para operaciones de sabotaje y espionaje. La advertencia lanzada en las aulas de Leópolis resuena en todo el país: el enemigo ya no está solo en el frente, sino también en los dispositivos que los jóvenes llevan en el bolsillo.

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