17 de junio de 2025
La OIEA confirmó que la mayor planta de enriquecimiento de uranio de Irán está “gravemente dañada”

Rafael Grossi señaló que el corte eléctrico producido por los bombardeos israelíes podría haber destruido las centrifugadoras de la planta en Natanz
Los cortes de energía suponen una amenaza para las frágiles y finamente equilibradas máquinas que giran a velocidades extremadamente altas.
Grossi dijo a la Junta que no habían daños en la Aunque el OIEA no ha podido llevar a cabo inspecciones desde los ataques, usa imágenes por satélite.
Una planta de enriquecimiento de uranio es una instalación altamente técnica donde se transforma el uranio natural, tal como se extrae de las minas, en un material útil para generar energía nuclear o, en casos más sensibles, para fabricar armas. El uranio natural contiene mayormente un isótopo llamado U-238, que no sirve para la fisión nuclear, y una pequeña proporción —menos del 1%— de U-235, que sí es fisible y por tanto útil para los reactores. Pero para que funcione en una planta de energía, esa proporción de U-235 debe aumentarse, y eso es precisamente lo que se logra mediante el proceso de enriquecimiento.
Todo comienza con el “yellowcake”, una forma concentrada del uranio que se obtiene tras refinar el mineral extraído. Este polvo amarillo se convierte luego en un gas mediante una reacción química que lo transforma en hexafluoruro de uranio (UF₆). Una vez gaseoso, puede ser manipulado físicamente para separar los isótopos. La separación se basa en una diferencia de masas diminuta entre los átomos de U-235 y U-238. Aunque parezca insignificante, esa diferencia permite que tecnologías muy precisas puedan ir separando uno del otro.Aunque existen otras tecnologías, como el enriquecimiento por láser, estas aún están en etapas experimentales o se usan en casos muy específicos. Lo que sale del proceso puede tener distintos niveles de enriquecimiento. Para un reactor de energía, suele bastar con un 3% a 5% de U-235. Pero si ese porcentaje supera el 90%, el uranio se vuelve apto para armas nucleares, algo que genera preocupación internacional. Por eso, estas plantas están estrictamente vigiladas por organismos como la OIEA.
El resultado final son dos materiales: uno enriquecido que sirve como combustible nuclear, y otro empobrecido, que contiene principalmente U-238 y se considera residuo. Aunque técnicamente el proceso no es tan complejo de entender, requiere infraestructura sofisticada, conocimientos avanzados de física y química, y controles rigurosos para evitar desvíos con fines bélicos.