Miércoles 30 de Abril de 2025

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30 de abril de 2025

Chile cerró centros de acogida a migrantes en el norte del país y endureció el protocolo en la frontera con Bolivia

Las autoridades chilenas justifican los cambios por baja en ingresos ilegales pero organizaciones denuncian vulneración de derechos

>En apenas seis meses, en la frontera norte entre Chile y Bolivia, en la localidad de Colchane, el Gobierno del país austral ha cerrado dos espacios esenciales para la acogida de migrantes en situación irregular y ha “acotado” la atención de estos extranjeros para concentrarse en aplicar un nuevo protocolo que por primera vez “reconduce” hacia Bolivia a quienes cruzan por pasos inhabilitados.

“No le recomiendo, a nadie pasar por esa trocha, con agua putrefacta, a las dos de la madrugada, mucho menos con niños. La gente salió llorando de ahí, pensando que se iba a morir”, explicó a EFE el venezolano, de 25 años, desde el Centro Migratorio Irregular (CMI), que ahora reemplaza uno de los espacios fronterizos de acogida.

Entre 30 o 40 personas, según fuentes de la Policía de Investigaciones (PDI), cruzan cada día desde Bolivia por este punto no habilitado cuando cae el sol, acompañados de ’coyotes‘, con la esperanza de encontrar en Chile un futuro mejor.

La migración irregular en Chile se ha multiplicado de forma exponencial en los últimos años: de unas 10.000 personas en 2018 a casi 337.999 en 2023, según el Servicio Nacional de Migraciones (Sermig). Representan el 17,6% de los 1,9 millones de migrantes que hay en el país.

Las autoridades regionales, por encargo del Gobierno del progresista Gabriel Boric —que Desde septiembre de 2024, el Gobierno regional ha desmantelado los dos Dispositivos Transitorios (DT) de la zona, infraestructuras clave destinadas a la acogida de migrantes instauradas en 2021 como respuesta a la crisis que causó la aparición de campamentos improvisados en plazas y calles de distintas localidades fronterizas.

La delegada presidencial en la región de Tarapacá, Ivonne Donoso, explicó a EFE que ha habido “un cambio de enfoque” para ofrecer una atención “más acotada” y “expedita”, acorde a la realidad migratoria actual, para que “no se genere un asistencialismo permanente”.

Esta nueva estrategia inquieta a organizaciones que trabajan con las personas migrantes, por la “incertidumbre” que genera el nuevo escenario y la “regresión” del Estado a su protección.

Quienes trabajan sobre el terreno cuestionan la eficacia real de la norma y temen un posible “efecto boomerang” porque —dicen— quienes sean reconducidos “intentarán volver a entrar a Chile una y otra vez y eso puede volver a colapsar la frontera”.

Como “respuesta” a los cierres, organizaciones como la suya implementaron otras iniciativas de “apoyo a las familias y entrega de soluciones inmediatas”, desde ayuda humanitaria hasta soluciones de habitabilidad, salud o educación. “La acogida —concluye Fauste— es esencial para reorientar sus proyectos de vida de manera segura y respetuosa de sus derechos”.

(Con información de EFE)

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