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25 de julio de 2024

El viaje del cuerpo del apóstol Santiago: de ser decapitado en Jerusalén a que sus restos descansen en Galicia

Cada 25 de julio se conmemora el martirio de Santiago Apóstol, una de las figuras más importantes del cristianismo, que predicó en la península Ibérica, recibió la aparición de la Virgen María, fue obispo en Tierra Santa, donde murió, y qué motivó que su sepulcro se encuentre en Compostela, España

>El 25 de julio, los cristianos tienen una fiesta. No una cualquiera, ya que se celebra el “día grande de Galicia”. Es la “Festa do Apostolo” los que significa nada más y nada menos que la celebración de Santiago Apóstol, patrono de Galicia y de todo el reino de España.

Este día tocará a arrebol la gran campana de la catedral llamada “Berenguela”, que posee ese nombre en honor al Obispo Berenguel de Landoria, que la obsequió al templo en 1318, un año después de su nombramiento. Es la campana más grande de España, pero la actual es una copia de la original que se encuentra en el Museo catedralicio. La campana pesa 11 toneladas, y tiene un diámetro de 2,10 metros.

Ya no se verá la procesión por las calles de Santiago de Compostela del famoso “Santiago Matamoros” que recordaba la milagrosa intervención del apóstol en la batalla de Clavijo que sostuvo Ramiro I de León contra los musulmanes en el año el 22 de mayo del 844. Aquella batalla tuvo lugar en el monte Lanturce, a unos 25 kilómetros al sur de Logroño, y muy cerca a la estratégica posición de Albelda. Y según la leyenda Ramiro I soñó que apóstol Santiago en una aparición, le aconsejó iniciar el combate al día siguiente. El rey hizo caso al consejo recibido y cuando las tropas cristianas perdían la batalla, apareció el Apóstol Santiago sobre un caballo blanco, luchó a más no poder y causó enormes bajas en las filas de los moros. La leyenda relata que unos 70.000 árabes quedaron tendidos en el campo de batalla. La imagen de Santiago a caballo y los árabes rendidos o muertos a sus pies fue considerada como una posible ofensa a los que practican el islam o son inmigrante árabes, por lo tanto en muchos lugares, las imágenes de los árabes al pie del santo fueron removidas de templos y/o edificios.

¿Por qué se llama al apóstol Santiago a secas y no “San Santiago”? Lo explica con precisión Arturo Ortega Morán en su libro Cápsulas de lengua: “Ya’akov pasó al griego como Iakóbos y al latín como Iacobus, siendo Jacob y Jacobo en castellano. En latín medieval, Iacobus se transformó en Jacomu, de donde, en la región oriental de la península ibérica surgió la forma Jacme’. Esta ‘c’ se vocalizó dando lugar a Jaume en Cataluña y a Jaime en Aragón. En la zona occidental de la península, el latín Jacomu (una variante de Iacobus) se convirtió en Yago y Yagüe, tras perderse la última sílaba. De tanto repetir Sant Yago, resultó el nombre Santiago. La variante Tiago, que aún es frecuente en Portugal, viene del falso corte de Sant Tyago, en el que la ‘t’ de la primera palabra se acaba usando como primera letra de la segunda. De Tiago proceden Diago y Diego”. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que naturalmente era más joven que él. Fue el primero de los doce en convertirse en mártir y es el único que mencionan los Evangelios.

Luego de su decapitación, su cuerpo fue cortado en pedazos que fueron tirados fuera de las murallas de la ciudad para que las alimañas y los perros salvajes lo redujeran a la nada. Pero al llegar la noche sus amigos y discípulos Atanasio y Teodoro recogieron las partes de su cuerpo, y recordando la aparición de María y el amor que tenía Santiago por los íberos decidieron poner los restos en una urna y trasladarlo hasta Haifa, donde en una barca, arribaron hasta el actual territorio de Galicia. Entraron a Galicia por la ría de Arousa, de allí al río Ulla y tomaron por el afluente del Sar. Allí se detuvo la barca en el puerto de Iria Flavia. Esta barca fue amarrada a una columna que marcaba las famosas “millas romanas”. Esa columna hoy se encuentra en el altar mayor de la iglesia parroquial de Santiago en Padrón.

Iria Flavia fue la sede episcopal desde el S. IX hasta que se trasladó a Compostela debido al descubrimiento del Cuerpo del Apóstol, pero manteniendo el privilegio de ser la “segunda” de las iglesias de la sede compostelana en virtud de la memoria apostólica. Desde 1588 se celebraba la “Traslatio corporis”, pero fue recién en 1646 que las cortes de Castilla declararon oficiales las fiestas de dicha conmemoración.

Pasaron los siglos, el lugar fue olvidado y cubierto por la tierra hasta que en el año 825 un eremita llamado Pelayo quedó sorprendido por unas luces llamativas que surgían de la tierra (otra versión dice que estrellas cayeron sobre el monte). Pelayo fue a ver al obispo Teodomiro en Iria Flavia y le habló del hecho extraordinario que había presenciado. Teodomiro y Pelayo entre otros tantos, se dirigieron a la punta de ese cerro y encontraron el “Arca Marmárica” y a sus costados los restos de Atanasio y Teodoro, los discípulos de Santiago. El obispo Teodomiro no estaba convencido de lo que habían encontrado, pero esa noche tuvo una epifanía y le fue dicho que esos restos eran del apóstol y de sus compañeros. El hallazgo fue comunicado al rey Alfonso II el Casto, y ordenó levantar una ermita. De allí en más comienza la larga historia hasta la actualidad.

Con el paso de los siglos, Compostela fue uno de los tres lugares de peregrinación de los cristianos, junto a Roma y Jerusalén. Y los que iban a cada lugar tenían un nombre propio: “romeros” los que iban a Roma, “palmeros” los que iban a Jerusalén y “peregrinos” los que iban a Compostela.

El 25 es el día grande de Galicia y se celebra en su catedral compostelana, a la que Rosalía de Castro obsequió con aquellos famosos versos en su libro Follas novas: “Santos e apóstoles, -¡védeos!- parece / que os labios moven, que falan quedo / os uns cos outros, e aló na altura / do ceu a música vai dar comenso, / pois os groriosos concertadores / tempran risoños os instrumentos. / ¿Estarán vivos? ¿Serán de pedra / aqués sembrantes tan verdadeiros, / aquelas túnicas maravillosas, / aqueles ollos de vida cheos? / Vós que os fixeches de Dios ca axuda, / de inmortal nome, Mestre Mateo, / xa que aí quedaches homildemente / arrodillado, faláime deso. / Mais co eses vosos cabelos rizos, / Santo dos croques, calás... i eu rezo”. (Santos y apóstoles, -¡mírenlos!- parece / que los labios se mueven, que hablan / entre ellos, y allí en lo alto / del cielo la música va a empezar, / porque los gloriosos concertistas/ templan los instrumentos con risas. / ¿Estarán vivos? ¿Serán de piedra / esos rostros tan verdaderos, / esas vestiduras maravillosas, / esos ojos llenos de vida? / Tú que los hiciste con la ayuda de Dios, / maestro Mateo de nombre inmortal / ya que allí permaneciste humilde / arrodillado, cuéntamelo. / aún con esos pelos rizados que tienes, / “Santo de croques”, (pero) calla, mientras yo rezo)

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