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7 de agosto de 2025

¿Hacia dónde va Gaza?

Pocas cosas dañan más a Israel que la percepción global, por muy tendenciosa que sea, de que está matando de hambre deliberadamente a niños

>Primero y más obvio: el gobierno de Israel necesita enviar rápidamente, en cantidades abundantes y con un efecto inmediato e innegable, alimentos y medicinas a los lugares de Gaza que los necesitan desesperadamente.

¿Y entonces qué? Hay tres opciones básicas.

También ha publicado videos atroces de dos rehenes, Evyatar David y Rom Braslavski, visiblemente hambrientos y al borde de la muerte, que sin duda provocarían angustia e indignación entre los israelíes, aunque el resto del mundo apenas pareció notarlo. «Hamás no parece estar coordinado ni actuar de buena fe», declaró Steve Witkoff, el enviado estadounidense, tras retirarse de las conversaciones.

Existen otras oportunidades diplomáticas, la más prometedora de las cuales es la declaración de la Liga Árabe de la semana pasada que condenó el 7 de octubre y exigió a Hamás el desarme y la liberación de rehenes. Pero se trata de una declaración exhortatoria sin efecto hasta que estados árabes como Qatar, que ha acogido con lujosas comodidades a los líderes de Hamás, ejerzan una presión extrema sobre el grupo para que llegue a un acuerdo. Hasta entonces, la diplomacia es un camino sinuoso que no conduce a ninguna parte.

La segunda opción es la reocupación completa de toda Gaza por parte de Israel. Los medios de comunicación israelíes informan que Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, prácticamente ha optado por esta vía a pesar de la firme oposición de algunos de sus propios altos mandos militares. Esto podría ser una táctica negociadora para que Hamás flexibilice sus condiciones. Pero también es algo que los ministros de extrema derecha del gobierno de Netanyahu han pedido desde el comienzo de la guerra.

Pero existe una tercera opción, un término medio entre capitular ante las escandalosas exigencias de Hamas y lanzarse a por otra victoria pírrica.

Poco después del 7 de octubre, informé sobre una propuesta del ex primer ministro Naftali Bennett, denominada “enfoque de presión”, que consideraba esencial para “no seguir el juego de las líneas que Hamás nos escribió”. La idea central de Bennett era que Israel debía evitar ser arrastrado a un combate urbano incesante y, en cambio, rodear y aislar el campo de batalla, permitiendo la entrada de alimentos y medicinas, pero no de lo que Hamás necesitaría para mantener su maquinaria de guerra, en particular el combustible para los generadores en los túneles.

Quienes se consideran benefactores de los palestinos quizá quieran atribuir para siempre la responsabilidad moral a Israel por todas las tragedias de Gaza. Pero Gaza no estaría donde está ahora de no haber sido por Hamas, y Gaza no puede ser más de lo que es ahora mientras Hamas mantenga el control efectivo. Ninguna persona reflexiva puede ser pro-palestina sin ser también anti-Hamás.

Al mismo tiempo, ser pro-Israel significa mirar a Gaza a través de la lente más amplia de los intereses generales de Israel: el regreso de los rehenes para sanar el corazón de Israel; el alivio de Gaza para rehabilitar la reputación de Israel (sobre todo entre amigos indecisos); la reanudación de la diplomacia regional para aprovechar las victorias temporales de Israel sobre Hezbolá e Irán; y la restauración de la disuasión contra los enemigos más grandes y aún amenazantes de Israel.

© The New York Times 2025.

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