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6 de agosto de 2025

China y Rusia escalan la presión militar en Asia con ejercicios conjuntos cerca de Japón

Las maniobras incluyen simulacros de combate, defensa antimisiles y operaciones submarinas. Tokio advirtió sobre los riesgos para el equilibrio estratégico en la región

>Las armadas de Las maniobras incluyen ejercicios de artillería y antisubmarinos, rescate de submarinos, operaciones conjuntas antisubmarinas, defensa aérea, antimisiles y combates marítimos simulados. Participan dos destructores chinos —entre ellos el Shaoxing y el Urumqi— junto con un gran buque antisubmarino ruso, submarinos diésel‑eléctricos y un buque de rescate submarino chino.

El Ministerio de Defensa chino explicó que el ejercicio busca la “profundización de la asociación estratégica integral” entre ambos países, y subrayó que no está dirigido contra ningún país tercero. Asimismo, recalcó que forma parte de su cooperación bilateral regular.

Este ejercicio naval se inscribe en una tradición iniciada en 2012 con los primeros Joint Sea, reforzada tras la firma del acuerdo bilateral poco antes de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022. China se negó a condenar el ataque y rehusó acompañar las sanciones occidentales contra Rusia.

Aunque Beijing afirma actuar como un tercero neutral en el conflicto ucraniano, tanto Ucrania como sus aliados occidentales acusan a China de facilitar apoyo militar indirecto a Moscú, incluidas transferencias tecnológicas sensibles.

En otras ocasiones, estos ejercicios se llevaron a cabo en zonas cercanas a la costa sur de China. El traslado de los ejercicios al noroeste del Pacífico, en aguas del Mar del Japón (mar del Este), refleja una intención geopolítica más ambiciosa, elevando la visibilidad estratégica de la cooperación militar entre ambos países.

Según un análisis del Financial Times, el principal efecto de los ejercicios conjuntos reside en su valor simbólico: un mensaje de cohesión táctica entre dos potencias que, aunque no poseen una alianza militar formal, buscan proyectar coordinación frente a Occidente. No obstante, expertos como Alexander Gabuev, del Carnegie Russia Eurasia Center, advierten que estas maniobras “no deben interpretarse como señales de una alianza estructural”, sino como movimientos pragmáticos basados en intereses compartidos y desconfianza común hacia Washington

La ausencia de una alianza formal entre China y Rusia no impide una colaboración frecuente en ejercicios militares, intercambio de inteligencia y cooperación tecnológica. Aun sin interoperabilidad completa, las maniobras sugieren que comparten intereses estratégicos puntuales.

En la práctica, ambos gobiernos se apoyan mutuamente: Rusia obtiene respaldo económico y político frente al aislamiento europeo, mientras China proyecta un equilibrio de poder ante EEUU en el Indo‑Pacífico.

Además del ejercicio en el Mar del Japón, China y Rusia han realizado patrullajes aéreos conjuntos en zonas cercanas a Taiwán, operaciones en el Ártico y ejercicios en alta mar frente a Alaska en 2023, contrarrestando la presencia estadounidense.

Algunos expertos apuntan que lo relevante no es un pacto defensivo formal, sino la claridad de propósito. “No hay una estructura de mando conjunta”, afirma Alexander Gabuev al Financial Times, “pero existe una voluntad compartida de desafiar el orden global liderado por EEUU”.

Las maniobras Joint Sea‑2025 no alteran por sí solas el equilibrio de poder en la región, pero refuerzan una tendencia preocupante para las democracias occidentales: la consolidación táctica entre dos regímenes autoritarios que buscan erosionar las normas internacionales vigentes y ampliar su margen de maniobra en zonas estratégicas. Para Estados Unidos y sus aliados, este tipo de ejercicios representa un desafío directo a la arquitectura de seguridad regional basada en reglas, cooperación multilateral y disuasión defensiva.

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