5 de junio de 2025
Angustias reunidas frente al Congreso: jubilados, feministas, personas con discapacidad y un “pasillo de honor” para el Garrahan

Hubo manifestación como cada miércoles. Pero esta vez a los jubilados se les sumaron otros sectores en pleno conflicto con distintas políticas estatales
A esa manifestación que ya es una costumbre de los miércoles frente al Congreso se sumaron miles de mujeres y personas trans que exigieron, por décimo año consecutivo, el fin de la violencia de género. Es que este martes se cumplió el Pero para aunar fuerzas con los demás reclamos, las mujeres que organizaron la movilización feminista de cada 3 de junio decidieron que, esta vez, fuera el 4 de junio. Llegaron durante toda la tarde, de todas las edades: grupos de amigas de la escuela secundaria y también grupos de amigas de setenta u ochenta años.
Hubo otro reclamo que atravesó la tarde de este miércoles: el de los trabajadores del “La casta es Galeno”, decía el cartel que llevaron Julia, Ariel, Ariana y Joaquín desde Pablo Nogués hasta el Congreso. Joaquín, de 11 años, sufre epilepsia, retraso madurativo y una variación genética que está en plena investigación pero que impacta directamente en sus capacidades. Se alimenta a través de una bomba de perfusión y no controla esfínteres.“Vinimos porque siempre hubo problemas con la discapacidad pero ahora estamos en una emergencia como nunca antes pasamos. El lunes la transportista que lleva a mi hijo al centro de día en el que se atiende ya no lo llevó porque dice que desde enero no le pagan. Tampoco cobran las terapistas ocupacionales, kinesiólogas, fonoaudiólogas. Sin dar ninguna explicación, la prepaga nos recortó un 25% la cantidad de pañales que nos da, de un mes al otro. ¿Cómo cuido la salud de mi hijo si recortan todo esto? Ya no puede ir al centro en el que tiene que atenderse todos los días >Se había puesto una remera con la leyenda “Ni Una Menos”. “También reclamo por esto. Por los derechos de las mujeres, para que frene la violencia. Y para que las que cuidamos en casa seamos reconocidas. Yo me tengo que quedar con mi hijo, que necesita cuidados todo el tiempo. Si contrato a alguien para salir a trabajar, es como cambiar la plata. Y no voy a cobrar ni la mínima”. El escenario de Julia se parecía al de muchos otros manifestantes: una misma persona concentraba varias de las preocupaciones por las que hoy se colmó la Plaza de los Dos Congresos.Caminó por la plaza con una vecina con la que marcha cada miércoles. “Ella cobra la mínima, yo un poco más, pero a las dos nos tienen que ayudar nuestros hijos. ¿A vos te parece? Yo trabajé afuera de casa toda la vida, Lidia crió hijos y aportó varios años. No llegamos y es doloroso andar dependiendo, porque además a los hijos tampoco les sobra nada >Ella y Lidia, su vecina, tenían en la mano la máscara con la que marchan cada miércoles. “Las armamos con bidones de agua de los grandes. ¿Viste como hace uno de los personajes en El Eternauta? Bueno, así. No son máscaras profesionales, pero cubren bastante. Nos tocó respirar gases más de una vez, pero seguimos viniendo >Este miércoles, a diferencia de otros en los que las fuerzas de seguridad reprimieron a los manifestantes, no hubo incidentes en las inmediaciones del Congreso. El Palacio Legislativo, una vez más, permaneció vallado y rodeado de oficiales de Gendarmería.
“No se puede creer lo que está pasando con los trabajadores del Garrahan. Hacen cirugías y tratamientos que no se hace en ningún otro lado del país y les pagan una miseria. En ningún lado, público o privado, atienden a los chicos como en el Garrahan. Ahí salvaron al nieto de mi hermana, sé cómo funciona el hospital, cómo cuidan a los pacientes. ¿Cómo no vamos a aplaudirlos?“, reflexionó Marcela, una manifestante de 68 años que caminó por avenida Rivadavia con un pañuelo violeta atado en el cuello: es el color que identifica la lucha contra la violencia de género.
“¿Sabés por qué somos tantos acá? Porque somos muchos los que estamos angustiados por distintos temas, o por varios temas que nos atraviesan al mismo tiempo. A mí me faltan veinte años para jubilarme, pero veo cómo viven mis viejos con su jubilación, cómo viven los viejos de mis amigas, y ya me preocupo. Como me preocupa que un lugar que es un orgullo internacional para la Argentina, el Garrahan, esté en medio de una crisis tan grande. Como me preocupa que de repente se piense que un femicidio es igual a cualquier otro asesinato y no requiere un abordaje especial. Todo eso me preocupa y todo eso nos preocupa a miles de personas >Estaba en la plaza junto a tres amigas, como cada 3 de junio desde hace varios años. “Esta vez cambiamos de fecha porque la unión hace la fuerza. Lo que no cambiamos es la exigencia: queremos que se haga todo lo que haya que hacer para erradicar la violencia de género. Y queremos que todos los que estamos acá angustiados podamos estar más tranquilos”, sumó. A su alrededor, se apilaban las tristezas y los enojos de miles de argentinos.