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4 de agosto de 2025

La sentencia infame contra el presidente Álvaro Uribe prueba el control paradictatorial de Colombia

Lo que está pasando en Colombia no es un asunto local, incumbe a las Américas y al mundo libre

>Una de las acciones más efectivas para instalar dictaduras es acabar con los líderes de la democracia para liquidar la política y reemplazarla con populismo que pronto se desenmascara en dictadura de crimen organizado. Es metodología del socialismo del siglo 21 o castrochavismo para atacar a las democracias como parte de la guerra híbrida y que acaba de ejecutarse en Colombia con la sentencia infame contra el Presidente Álvaro Uribe, que prueba el gobierno paradictatorial de Petro y la fase final de la ocupación del país.

Mientras los criminales operan con impunidad, además protegidos por el gobierno de Gustavo Petro bajo el sofisma de búsqueda de la paz -que supuestamente ya se había pactado- el presidente más destacado del siglo XXI de Colombia acaba de ser condenado, privado de su libertad, de sus derechos políticos, víctima del asesinato de su reputación y presentado como el mejor ejemplo de la “vacuna” para que los líderes de la libertad y la democracia de las Américas no se atrevan a desafiar a la dictadura de Cuba en cualquiera de sus expresiones delictivas.

En una democracia con “estado de derecho”, con “separación e independencia de los poderes públicos”, con “respeto a los derechos humanos y la libertad”, no pasará nunca lo que acaba de acontecer en Colombia contra el Presidente Uribe. Es la muestra del ilimitado poder del crimen dirigido por Cuba y expandido con narrativa de socialismo que paga a sus sicarios con poder, financiamientos ilimitados, impunidad e incluso premios internacionales. Pero es también la muestra de la situación de “indefensión” en que han caído las democracias y sus líderes por el error de no identificar al enemigo.

El objetivo de las dictaduras castrochavistas del socialismo del siglo 21 es convertir a los criminales en políticos, a los narcotraficantes en empresarios, a los matones en líderes, a los sicarios en jueces, a los mediocres y aplazados en conductores, a los violadores y asesinos en senadores, a los mafiosos en justicieros, a los impíos en compasivos, a los opresores en liberadores, a los reos en presidentes….es la falsificación cultural. Para eso necesitan liquidar a los honestos, a los líderes democráticos, a los jueces probos, a los partidos y a la política, a los principios y valores de la libertad y la democracia, y así aterrorizar a los ciudadanos para someterlos.

Lo actuado contra el Presidente Álvaro Uribe es la expresión más grave de “terrorismo de Estado” definido como “la utilización de métodos ilegítimos por parte de un gobierno, orientados a producir miedo o terror en la población civil para lograr o fomentar comportamientos que no se producirían por sí mismos”. Es la utilización del sistema de justicia para acusar falsamente, perseguir, encarcelar y condenar inocentes es la base de los crímenes que cometen los dictadores y sus grupos delictivos estructurados en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y ahora en Colombia, para aterrorizar a sus pueblos.

La democracia no es inerme, pero cuando se la ataca desde dentro se paraliza. Aún hay tiempo para Colombia aunque sea a costa del asesinato de reputación perpetrado contra su paradigma Álvaro Uribe.

*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

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